“El principio de razón suficiente, el trastorno por pánico y la emoción como un qué funcional”
El principio de razón suficiente
El racionalismo filosófico conoció su mayor expresión con Leibniz. Si uno quiere hacer ganar la partida al empirismo, debe de plantear que todo lo que existe ha de ser racional, es decir: explicable a través de la razón.
Leibniz se encargó de tal tarea planteando lo que se conoce como el principio de razón suficiente. En su Monadología lo expresa de la manera siguiente:
El otro es el de razón suficiente, en virtud del cual consideramos que no puede hallarse ningún hecho verdadero o existente ni ninguna enunciación verdadera sin que haya una razón suficiente para que sea así y no de otro modo, aun cuando esas razones nos puedan resultar, en la mayoría de los casos, desconocidas (1981, 101-102).
A raíz de las palabras de Leibniz y llegando hasta Hegel el principio de razón suficiente ha quedado formulado en lo siguiente: a) todo lo que existe ha de tener una causa; con lo que, b) todo lo real es racional. De tal manera el principio de razón suficiente es conocido también como el principio de inteligibilidad.
El DMS-5 y el trastorno por pánico
El elemento fundamental que hace existir al trastorno por pánico es el ataque de pánico. La definición de este es la siguiente: una experiencia abrupta, repentina, de miedo y malestar intenso, acompañado de diferentes síntomas físicos y cognitivo-emocionales: palpitaciones, sudoración, dolor en el pecho, dificultades para respirar, mareo, pensamientos de pérdida de control, sensación de volverse loco y/o de morir… El ataque de pánico es recurrente, es decir, tiene lugar en diversas ocasiones, y sucede de manera inesperada, sin que la persona que lo sufra perciba señales de que se producirá ni amenazas externas que lo expliquen (Castillo-Garayoa 2015, 197).
El DMS-5 afirma que para que pueda diagnosticarse un trastorno por pánico han de cumplirse dos criterios: a) además del ataque de pánico ha de sumarse la preocupación y el miedo constante por volver a sufrir otro ataque de pánico; b) la ausencia de consumo de cualquier tipo de sustancias y/o el padecimiento de otro trastorno que explique el pánico (Castillo-Garayoa 2015, 198).
El descubrimiento psicológico de la emoción tal que un qué funcional.
Tal como hemos visto, el ataque de pánico debe de ser definido como una experiencia de miedo intenso, y, por lo tanto, tiene su fundamento en una emoción. La psicología descubrió hace ya años la causa de la emoción: “solo puede comprenderse la emoción buscando en ella una significación. Esta significación es por naturaleza de índole funcional, lo cual nos lleva a hablar de una finalidad de la emoción” (Sartre 15, 1939).
Todas las emociones son un qué funcional: el miedo nos prepara para escapar ante un objeto amenazante, de la misma forma que la alegría nos prepara para experimentar una situación que consideramos beneficiosa.
La cuestión del artículo
Resumiendo hasta ahora: hemos visto que el principio de razón suficiente afirma que todo debe tener una causa, y en tanto que tal ha de poder ser explicado; hemos visto también que el DMS-5 determina un trastorno por pánico cuando los ataques de pánico son recurrentes, carentes de explicación, y mantienen los dos criterios señalados; a su vez, hemos visto que el fundamento del pánico es el miedo, y el miedo como emoción es un qué funcional.
No hace falta ser un genio de la Ciencia del Pensar para darse cuenta de que aquí se entra en contradicción: no puede aparecer un ataque de pánico de la nada. Tenemos dos vías para solucionar la problemática: a) negamos el principio de razón suficiente y la emoción como un qué funcional, b) aceptamos que el sujeto en muchas ocasiones no es consciente de la relación estímulo-emoción, y, por lo tanto, el ataque de pánico no es percibido como un qué funcional.
Bajo mi criterio y presupuestos filosóficos sostenidos: no puede negarse el principio de razón suficiente, ni mucho menos la emoción y su funcionalidad. Por lo tanto, a expensas de otra explicación que resuelva la problemática que pueda aportar otra persona, me veo necesariamente obligado a aceptar que en múltiples ocasiones el sujeto no es consciente de la reacción entre estímulo y emoción.
Tal puede ser una solución a la problemática: los ataques de pánico tienen su causa en un estímulo, por lo tanto, son un qué funcional, aunque el sujeto no tenga consciencia de porqué estos están ahí.
Referencias bibliográficas
Castillo-Garayoa, J (2005): Manual de psicopatología clínica. Barcelona: Herder.
Leibniz, G (1981): Monadología. Oviedo: Pentalfa.
Sartre, J. P (1939): Bosquejo de una teoría de las emociones. Madrid: Alianza Editorial.
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