“El comienzo del siglo XXI: la sociedad del ansiolítico y el ISRS”  

 

1. Cuestión preliminar.  

En una de las grandes obras que la Ciencia del Pensar ha dejado en el siglo XX, El miedo a la libertad, Erich Fromm se plantea el objetivo siguiente: analizar aquellos factores dinámicos existentes en la estructura del carácter del hombre moderno, que le hicieron desear el abandono de la libertad en los países fascistas (Fromm 1941, 30).  

Fuera de las críticas del marxismo, que considero válidas y que le acusan de querer encontrar una síntesis entre Freud y Marx, y de tal forma haber acabado por completo con la esencia de la cosmovisión marxiana del mundo, el libro es, sin lugar a dudas, una obra maestra de la ingeniería del pensamiento humano.   

El objetivo del artículo no es una revisión completa del libro, ni menos una fundamentación crítica de este; por el contrario, me veo en la necesidad de traerlo a coalición, pues encontré en él las ideas y tesis que nunca supe expresar para la redacción del artículo que ahora presento. Es sencillamente, una cuestión de honestidad intelectual, pues sin la lectura de este, probablemente el presente nunca hubiese visto la luz.  

 

2. Introducción.  

En La sociedad del cansancio, Han, dejó escrito: El comienzo del siglo XXI, desde un punto de vista patológico, no sería bacterial, ni viral, sino neuronal. Las enfermedades neuronales como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de personalidad (TLP) o el síndrome de desgaste ocupacional (SDO) definen el panorama patológico de comienzos de este siglo (Han 2017, 13).  

Han pasado trece años desde que el autor surcoreano, casi como un profeta más que un analista dejase escrito el párrafo anterior. En estos trece años la cuestión patológica no ha ido a mejor, sino a peor, a los trastornos mencionados, habría que añadirle todos los trastornos de ansiedad tales como: el trastorno por pánico, el trastorno por angustia, el trastorno por ansiedad generalizada, etc.   

Hemos de preguntarnos aquí la causa eficiente de dicha situación patológica. Como horizonte de la investigación tendremos las palabras de Fromm:   

Aunque hay ciertas necesidades comunes a todos, tales como el hambre, la sed, el apetito sexual, aquellos impulsos que contribuyen a establecer las diferencias entre los caracteres de los hombres, como el amor el odio, el deseo de poder y el anhelo de sumisión, el goce de los placeres sexuales y el miedo de este goce, todos ellos son resultantes del proceso social. Las inclinaciones humanas más bellas, así como las más repugnantes, no forman parte de una naturaleza fija y biológicamente dada, sino que resultan del proceso social que crea al hombre. En otras palabras, la sociedad no ejerce solamente una función de represión, sino que posee también una función creadora. La naturaleza del hombre, sus pasiones y angustias son un producto cultural… (Fromm 1941, 37).   

El autor afirma que el carácter del hombre es un resultado del proceso social: el ser humano es un producto cultural. Si el hombre es un producto cultural, serán unas u otras relaciones de producción las que forjen precisamente el carácter del hombre, y por lo tanto también sus enfermedades neuronales.   

En el presente artículo se pretende exponer como causa eficiente del comienzo patológico del siglo XXI la violencia neuronal generada por el sistema de mercado, reuniendo dos causas: la causa fáctica, y la que he decidido denominar como “la causa psicológica”. 

 

3. Las dos causas. 

La causa fáctica por la que el capitalismo ejerce violencia neuronal sobre la clase obrera es sencilla de explicar, pues refiere a las condiciones de trabajo mismas de la clase, que se observan de forma cotidiana en cada barrio y en cada ciudad: horarios partidos, condiciones de explotación tales como las de los trabajadores de Glovo o las Kellys, trabajos temporales que imposibilitan una estabilidad y una vida digna, y así podríamos seguir enumerando cientos de causas fácticas.   

La causa psicológica refiere a que el capitalismo no solo ejerce violencia neuronal a través de las condiciones de trabajo mismas, sino a través de forjar gran parte del carácter del hombre y la mujer actuales: no sólo hablamos de valores como el individualismo, el beneficio propio como máxima, que ya han puesto de relieve varios autores, sino referimos más bien a que forja también el modo de ser en el mundo, así como la forma de obrar.  

 

4. La causa psicológica: el modo de ser en el mundo y de obrar. 

El sistema de mercado tiene como modo de ser la velocidad y el cambio. Tales se reflejan en el carácter del hombre y la mujer actual, y son también en gran parte, la causa de los trastornos de ansiedad y estrés actuales.   

Si uno mira al mundo actual se da cuenta de que todo está preparado para ser “ahora”, “ya”, “en este mismo momento”. La espera y la paciencia ya no tienen cabida en la sociedad del mercado: si quiere usted comer rápido, puede pedir un Glovo, y en menos de cinco minutos el repartidor estará en la puerta; si desea tener una relación sexual, el mercado te ofrece un ciento de aplicaciones para encontrar a alguien con quien tenerla esta misma noche, dejando a un lado, por supuesto, la prostitución, que igualmente el mercado se la ofrece.  

Por supuesto, y de la misma manera, si no le satisface la comida del repartidor puede cambiarla en menos de diez minutos y a través de una aplicación, sin mediación humana, de la misma forma que si la relación sexual no fue de su agrado, no se preocupe, encontrará otra persona esta misma noche con quien volver a probar, y si también resulta que no, se vuelve a cambiar.   

La rapidez y el cambio han hecho eco en el modo de ser del hombre y la mujer actual, y tal modo de ser llega desde el sistema de mercado. No sólo eso, no esperes tampoco que la camarera explotada que tiene que ser dos camareras en una, después de ocho, o diez horas de trabajo llegue a su casa y se encuentre tranquila, y dedique el tiempo a las cosas que realmente quiere hacer con calma y paciencia.   

El sistema de mercado automatiza a la persona; en la mayor parte de los trabajos: camareros, limpiadoras, peones de fábrica…, el obrero pierde en la mayor parte del tiempo la conciencia y la atención sobre el hacer, pues debe hacer más de lo que una persona con calma y atención puede hacer en ocho horas.   

Son el cambio y la velocidad como máxima del capitalismo, así como la automatización que produce en la persona, implícitos en el carácter del obrero quienes provocan que la clase obrera sufra estos trastornos.  

 

5. Conclusiones.  

El comienzo del siglo XXI adolece enfermo, enfermo neuronalmente, cuya causa eficiente se encuentra en los factores fácticos y psicológicos que se derivan del capitalismo. Anteriormente, la religión y Dios eran la gran estructura homeostática que impedía que el proletariado rompiese sus cadenas, actualmente Dios ha muerto, y en su lugar, se ha remplazado por una estructura homeostática que ata más las cadenas de la clase obrera, pues no tiene su allí en las creencias de este, sino en factores neuroquímicos: los ansiolíticos y los ISRS.   

El sistema de mercado crea los trastornos, y a su vez, avalados en la falsedad de querer una población no-enferma, las farmacéuticas crean la “solución” a los trastornos, cuando la única solución radical es el cambio en las relaciones de producción presentes.  

 

6. Referencias bibliográficas.  

Byung-Chul, H. (2017): La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder.  

Fromm, E. (1941): El miedo a la libertad. Madrid: Akal.   

 

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